La arquitectura juega un papel fundamental en la determinación del valor de un inmueble. Una buena arquitectura puede aumentar el valor de un inmueble al hacerlo más funcional, estéticamente atractivo y adaptado a las necesidades modernas. En cambio, un diseño arquitectónico pobre puede reducir significativamente el valor de un inmueble. Los compradores buscan diseños únicos, eficiencia energética y espacios bien planificados, todo lo cual es proporcionado por una arquitectura de alta calidad.